Lectura, Oración y la imaginación
El siguiente texto acompaña el dibujo que busca expresar el rol de la mente, la voluntad, la carne y el espíritu, en la vida de tu imaginación.

La imaginación. Funciona como una pantalla sobre la cual tu mente/alma proyecta y contempla imágenes. En tus pensamientos, usas la imaginación como un sitio visual para observar lo que entra; lo que sale, o lo que pasa por tu mente/alma.
La cuestión es: ¿Que hay en la pantalla de mi imaginación ahora mismo? ¿De dónde o de quién viene? Probamos la fuente, el contenido, y el fruto de lo que vemos y escuchamos. ¿Es verdad? ¿Es bueno? ¿Abordaré estos pensamientos o los despediré?
El alma. Un proyector envía imágenes a la pantalla. Es nuestro ser esencial; nuestro sentido de “yo” (la mente, la voluntad, las emociones). Con mi alma, yo pienso, yo siento, yo decido). El alma, como un proyector, está lleno de pensamientos e imágenes que el alma proyecta sobre la pantalla de la imaginación.
Por heridas y traumas, el lente del proyector puede estar roto, sucio (efectos contaminantes del mundo que nubla nuestro pensamiento), o retorcido (por mentiras e inclinaciones que asumimos). Además, tenemos filtros religiosos, culturales, y familiares que colocamos sobre el lente de nuestras mentes. La renovación de nuestra mente implica la limpieza, reparación, y repuesto del lente.
La carne y el espíritu. Las cintas o fuentes de todas las imágenes son la carne y el espíritu que compiten por el control del proyector. Nuestro espíritu (o corazón) –en acuerdo con el Espíritu de Dios—lucha contra nuestra carne (ego)—un socio del mundo y el diablo.
La voluntad. El que trabaja el proyector selecciona la cinta que se proyecta en la pantalla. Nuestra voluntad es una habilidad de nuestro corazón, dada por Dios, para tomar decisiones. ¿Prenderé el proyector? ¿Cuál cinta cargaré para mirar? ¿Mi lente necesite un arreglo? Al mirar la pantalla, ¿actuaré sobre lo que he visto? ¿En servicio de la carne o el espíritu?
La pregunta clave es: ¿Es la voz de la carne o la voz del Espíritu? (¿del buen pastor o del desconocido?) – ¡Ojo! Nunca es “simplemente mi imaginación” (1 Cor 2:9-16).
–por Juan Shorack, citando el libro “Can you hear me? Tuning in to the God who speaks” (Brad Jersak, Fresh Wind Press, 2003).
Lectura bíblica con la imaginación no es nueva
Yo, Juan Shorack, aprendí esta clase de lectura por mi participación en una versión contemporánea y evangélica de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola; fundador de los jesuitas (1491-1556). Dentro de los Ejercicios, Ignacio practicaba un método de abordar una lectura de la Bíblica, usando la imaginación para insertarse uno dentro del texto o la narrativa. Para aquellos que tengan interés, lo siguiente es una explicación sencilla de los Ejercicios.
Sobre todo, son un conjunto de prácticas y meditaciones diseñadas para ayudar a los creyentes a profundizar su relación con Dios. Pueden entenderse como un retiro espiritual guiado, donde el creyente se dedica a la oración, la meditación y la reflexión bíblica. La finalidad es discernir la voluntad de Dios en la vida del individuo y fomentar un mayor compromiso con los principios cristianos, similar a cómo los retiros espirituales en la tradición protestante buscan renovar la fe y la devoción personal.
San Ignacio estructuró los Ejercicios en cuatro semanas, cada una con un enfoque específico. La primera semana se centra en la reflexión sobre el pecado y la necesidad del arrepentimiento. La segunda semana se dedica a meditar sobre la vida de Jesucristo, animando al participante a seguir su ejemplo y a buscar una relación más íntima con Él.
Las dos semanas finales de los Ejercicios invitan al creyente a contemplar la pasión y resurrección de Cristo, y a considerar cómo vivir una vida de servicio y amor cristiano. En resumen, los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, son valiosos como una herramienta para el crecimiento espiritual, el discernimiento de la voluntad de Dios, y la profundización de la vida de fe.
““Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido”.
““El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. El portero le abre la puerta, y las ovejas oyen su voz. Llama por nombre a las ovejas y las saca del redil. Cuando ya ha sacado a todas las que son suyas, va delante de ellas, y las ovejas lo siguen porque reconocen su voz. Pero a un desconocido jamás lo siguen; más bien, huyen de él porque no reconocen voces extrañas”.
“Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas, y ellas me conocen a mí, así como el Padre me conoce a mí y yo lo conozco a él, y doy mi vida por las ovejas” .
“Queridos hermanos, no crean a cualquiera que pretenda estar inspirado por el Espíritu, sino sométanlo a prueba para ver si es de Dios, porque han salido por el mundo muchos falsos profetas. En esto pueden discernir quien tiene el Espíritu de Dios; todo profeta que reconoce que Jesucristo ha venido en cuerpo humano es de Dios; todo profeta que no reconoce a Jesús no es de Dios, sino del anticristo. Ustedes han oído que este viene; en efecto, ya está en el mundo. Ustedes, queridos hijos, son de Dios y han vencido a esos falsos profetas, porque el que está en ustedes es más poderoso que el que está en el mundo” .

Algunos evangélicos muestran un temor sobre el uso de la imaginación en la oración. Pretenden trazar una línea entre lo objetivo y lo subjetivo; entre lo escrito y lo visualizado. Se supone que lo escrito es objetivo y confiable, mientras lo subjetivo es cambiante y poco fiable. Creen que el uso de la imaginación viola el segundo mandamiento de Moisés: “No te hagas ningún ídolo, ni nada que guarde semejanza con lo que hay arriba en el cielo, ni con lo que hay abajo en la tierra, ni con lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te inclines delante de ellos ni los adores” (Ex 20:4-5).
En mi capacidad como maestro de las Escrituras en busca de una vida fiel a Dios y su revelación en su hijo Jesús, creo que Dios nos dio la imaginación con la intención que la usemos para conocerlo a él. Es decir, la imaginación y la capacidad de visualizar imágenes es un don que Dios nos ha dado; un instrumento para nuestro caminar con Jesús. El rey David testificó: “Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me bastará con verte cuando despierte” (Salmo 17:15). “Siempre tengo presente al Señor; con él a mi derecha, nada me hará caer” (Salmo 16:8).
Hay varios encuentros en las Escrituras que son descritos de carácter cara a cara (Jacob en Gen 32:30; Moisés en Ex 33:11; hijos de Israel en Números 14:14 y Deut 5:4; Ezequiel en Ez 20:35). Como nadie jamás ha visto a Dios, tenemos que afirmar que dichos encuentros eran mediados por alguna manera. Por ejemplo, Dios manifestó su presencia por un ángel, una visión, en el fuego, en una nube, y más. Aunque nadie jamás ha vista a Dios directamente, con el ojo pelado, las Escrituras dan testimonio que Dios sí puede, y debería ser, visto con los ojos del corazón (Ef 1:17-18; Heb 12:2; 2 Cor 3:18, 4:6; Apoc 3:18).
Cuando la imagen del sol se refleja sobre la superficie de un lago, ¿estás viendo el sol? No y sí. ¿Es de verdad el sol lo que ves? Sí y no. Sabemos que no es recomendable mirar directamente al sol. Aun cuando miremos su reflejo en la superficie de un lago, podemos afirmar que estamos viendo el sol en el agua. La fuente de lo que miramos es el sol, y el reflejo es un verdadero reflejo del sol. La oración por visualizar es similar. No estás viendo a Cristo tal como es. Pero puede ser una imagen verdadera, un reflejo verdadero del Señor que manifiesta su carácter por lo que conocemos de él, dado que su Espíritu es buen guía.
Dios tiene una voz y la usa. Habla. Comunica con nosotros. Sus ovejas escuchan y reconocen su voz. Cabe destacar que en el texto citado arriba (Juan 10) no dice que son los profetas, ni los sacerdotes, ni la elite espiritual que escuchan su voz.
Cuando activamos la visualización independientemente del Espíritu de Cristo, por intenciones de nuestra carne, hay que tener mucho cuidado. Es como la decisión de abrir o no una página web. El buen uso de la internet requiere disciplina, madurez, y discernimiento. El temor de muchos sobrepasa la advertencia bíblica citada arriba (1 Juan 4). La capacidad del diablo para influenciar con imágenes engañadoras en la mente ha hecho que algunos construyen una prohibición total contra toda clase de visualización. Sin embargo, no es posible bloquear la imaginación de toda imagen que surge en la mente. Somos hechos para vivir imaginando. Además, si negamos las posibilidades positivas y constructivas, ¿con qué nos quedamos? La mejor manera de superar imágenes destructivas, es por medio de imágenes que favorecen nuestra comunicación con el Señor. Al fin y a cabo, Dios nos ha hecho con una imaginación activa; por un propósito. Es un don de Dios por la forma que nos hizo y la intención de Dios es para nuestro uso con Él.
Si cuadros visuales en nuestras mentes tienen el poder para influenciarnos hacia caminos destructivos, como todos sabemos, ¿no es cierto que imágenes mentales inspiradas por el Espíritu de Cristo nos puedan guiar hacia una relación más profunda e íntima con el Señor? O, al contrario, ¿quedamos dándole al adversario de Dios todo este campo para sus fines? Según el evangelio de Juan, el Espíritu Santo hace muchas cosas. Enseña, testifica, glorifica, revela, recuerda, guía, mora con, consuela, acompaña, y convence.
Vivimos en un mundo lleno de imágenes. Sea una biblia de dibujos llamativos, o el renombrado programa El Escogido, tenemos muchas imágenes creadas por otros que hemos recibido dentro de nuestra imaginación. ¿Estamos violando el segundo mandamiento, haciendo un ídolo por mirar las imágenes de Jesús en una biblia de dibujos? Por mirar la serie, El Escogido, ¿estamos viendo un dios falso?
¿Cómo ves la prohibición de imaginar a Jesús que asume nuestra tradición cristiana? ¿Cuál es tu respuesta ante este planteamiento?